Por Joaquín Robert, comunicador social.
Este 26 de octubre votamos en Mendoza y, entre quienes llegan a las urnas, hay alrededor de 50 mil jóvenes habilitados. Miles de miradas, de ideas y de ganas de participar en algo que también nos pertenece. Elegir no siempre es fácil, pero cada voto puede abrir una puerta, marcar una diferencia y dejar en claro que nuestra generación tiene mucho para decir.
A veces cuesta decidir, sobre todo en un escenario donde parece que todo se polariza, donde los extremos hacen más ruido que las propuestas, es lógico sentirse un poco perdido. Pero votar también puede ser un acto tranquilo, pensado, con la mente abierta. No se trata de elegir entre gritos, sino de encontrar ese punto donde uno se sienta representado, donde las ideas no dividan sino construyan.
Votar es participar, es hacerse cargo de un pedacito del futuro. Es una oportunidad para transformar la bronca en decisión, la apatía en acción y la duda en una elección consciente. No hay voto chico ni voto inútil, cada decisión cuenta y suma en la dirección que tomamos como sociedad.
Nuestra generación tiene una mirada distinta: creció con otros problemas, pero también con más herramientas. Sabemos lo que significa adaptarse, crear, reinventarse. Y eso también puede llevarse a las urnas: elegir con empatía, con perspectiva y con la intención de mejorar lo que ya está, no de romperlo todo.
Este domingo, votar puede ser una forma de expresar esperanza, de demostrar que todavía creemos en construir, en sumar, en pensar una Mendoza mejor. Que hay caminos nuevos, ideas frescas y maneras más humanas de hacer política.
Este 26 de octubre, hagamos algo simple y valioso, vayamos a votar con la mente abierta y el corazón calmo, elijamos con criterio y con memoria, pensando en la casa común que compartimos. Que nuestra elección sea una decisión propia y no un reflejo del enojo ajeno, que sea un mensaje claro: queremos una Mendoza más justa, más verde, más habitable, y estamos listos para hacernos cargo de construirla.











