La decisión del gobernador Alfredo Cornejo de avanzar en una alianza electoral con La Libertad Avanza, el espacio liderado por Javier Milei, abrió un frente de debate dentro de la Unión Cívica Radical de Mendoza. Aunque no se han expresado públicamente diferencias de manera tajante, en algunos sectores internos se percibe malestar y dudas sobre los alcances de este acuerdo.
El intendente de la Ciudad de Mendoza, Ulpiano Suárez, aparece como uno de los dirigentes que busca marcar un perfil propio en medio de este escenario. En las últimas semanas, impulsó iniciativas destinadas a jubilados y personas con discapacidad, dos sectores particularmente sensibles en la agenda pública. Si bien no se trata de una confrontación directa con la Casa Rosada, la orientación de estas medidas se ubica en un terreno distinto al de la política nacional, donde Milei ha privilegiado el ajuste fiscal y la reducción del gasto social.
Alianzas en tensión
La estrategia de Cornejo responde a la necesidad de asegurar un marco de gobernabilidad y fortalecer la proyección provincial dentro del tablero nacional. En ese marco, el acuerdo con el oficialismo libertario aparece como una jugada pragmática, más asociada a la correlación de fuerzas que a coincidencias ideológicas. Sin embargo, la pregunta que circula en la política mendocina es hasta qué punto este acercamiento diluye al radicalismo local o genera tensiones con sectores que prefieren sostener matices, en algunos casos importantes como es la ausencia del estado o el “estado inteligente”.
En el caso de Suárez, sus acciones pueden leerse como un intento de preservar un espacio propio dentro de la coalición gobernante. No necesariamente se trata de un cuestionamiento abierto a la alianza, pero sí de un énfasis en problemáticas sociales que, en la práctica, contrastan con el rumbo nacional.
Hasta ahora, ni Cornejo ni Suárez han planteado públicamente una disputa directa. El gobernador conserva el control de la estructura partidaria y busca mantener cohesión en torno a su liderazgo. El intendente, por su parte, evita confrontar y encuadra sus iniciativas en la agenda municipal, sin proyectarlas como un posicionamiento ideológico alternativo.
Lo que se perfila es un escenario de tensiones latentes, donde los gestos y las prioridades de gestión funcionan como señales políticas. En un contexto donde Milei concentra adhesiones pero también despierta resistencias, el radicalismo mendocino enfrenta el desafío de equilibrar pragmatismo electoral con preservación de identidad partidaria.
Un equilibrio inestable
El caso de Mendoza es representativo de lo que ocurre en otros distritos del radicalismo nacional: un partido que oscila entre la necesidad de adaptarse al nuevo mapa político que impone Milei y la preservación de su propia política. Cornejo apuesta a la alianza como herramienta de poder; dirigentes como Suárez muestran, como mínimo, matices que, sin romper el esquema, evidencian que no todos transitan con comodidad el mismo camino.Por ahora, las diferencias se expresan en gestos y no en confrontaciones abiertas. Pero la evolución de la relación entre la UCR mendocina y La Libertad Avanza marcará el tono de la política provincial en los próximos meses y pondrá a prueba la capacidad del radicalismo para sostener cohesión interna en medio de un escenario nacional en rápida transformación.
En este aspecto dos elementos van a ser determinantes: la evolución del plan económico y los resultados electorales del 26 de octubre.